Inaugurada como Barracas al Norte, sufrió una importante cantidad de cambios con el paso del tiempo y la ampliación del servicio con destino al Gran Buenos Aires y el Sur de la Provincia.
Poco utilizada pero siempre presente, la estación Hipólito Yrigoyen, en el barrio de Barracas, se encuentra ubicada en el pasaje Darquier y es una de las dos únicas paradas que la línea Roca tiene en la ciudad de Buenos Aires.
Inaugurada en el año 1866 bajo el nombre de “Barracas al Norte”, fue bautizada de esa manera para diferenciarla de “Barracas”, que era como se conocía a la actual estación Avellaneda, que desde entonces pasó a ser denominada “Barracas al Sur”. En esos tiempos abundaban en la zona varios depósitos de lanas y cueros que eran los que le daban el nombre a la zona.
En un primer momento, la estación Barracas al Norte estaba conformada por unas pequeñas construcciones de madera, con cabina de señales, refugio, casilla y edificio de pasajeros del mismo material; que algunas décadas más tarde fueron reemplazadas por un edificio más moderno y adaptado a los cambios que sufrió la línea de ferrocarriles. De hecho, al momento de su inauguración, el por entonces Ferrocarril Sud solo tenía una sola vía entre Plaza Constitución y Chascomús.
Más tarde llegó la doble vía, la construcción conforme a la creciente demanda de pasajeros y cargamentos- de otras dos vías a un nivel superior; y finalmente la elevación de las originales para dejar una cuádruple vía que recorre desde el kilómetro uno hasta el puente sobre el Riachuelo.
Progreso:
Para 1901, los operadores del Ferrocarril Sud decidieron la remodelación de la estación “Barracas al Norte”. El motivo era simple: el movimiento de pasajeros había pasado de 1.931.370 en 1890, a 5.621.310 en el año 1900.
Para ello, le encargaron al estudio de arquitectos británicos Paul Bell Chambers y Louis Newbery Thomas la remodelación que finalizó en el año 1908 según los registros históricos, aunque hay historiadores que indican que fue en 1909.
Para darles nuevos aires a la estación, los arquitectos dejaron de lado la disposición inicial y diseñaron un edificio muy moderno en forma de un bloque de dos pisos de altura que fue construido de manera longitudinal a las vías.
Además de convertirse en una edificación de avanzada para su época, la estación fue provista con un corredor bajo el terraplén que se conectaba con el lado opuesto de la vía. La forma abovedada de los arcos del pasaje sostienen el peso de la estructura.
La edificación es vistosa desde la calle como también desde los únicos andenes donde se detienen las formaciones y desde el paso del tren que no para en la estación.
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