viernes, 11 de junio de 2021

SAMMER MAKARIUS, EL FOTOGRAFO EGIPCIO QUE SE PRENDÓ DE NUESTRO PAISAJE.


Sameer Fouad Makarius nacio en El Cairo, Egipto; 29 de abril de 1924. Hijo de madre judeo-alemana y padre libanés, su juventud transcurrió entre Alemania, Egipto y Hungría, donde se vio forzado a permanecer durante la guerra. Allí realizó sus estudios secundarios y se inició en la pintura y la escultura. En años posteriores, vivió en Suiza y en París , hasta que por fin en 1953 se radicó  en la Argentina, pais del que definitivamente se enamoró y en el que hechó raicers

En Argentina, formó un grupo de fotógrafos (Forum) dedicado a promover la fotografía como arte. Colaboró con diarios y revistas. Fue un pionero de la fotografía y su estudio en la Argentina, conformando el Grupo ANFA y Forum, en el cual participaron fotógrafos de la talla de Max Jacoby, Humberto Rivas, Julio Maubecin, José Costa, Lisl Steiner, Rodolfo Ostermann, Pinélides Aristóbulo Fusco, entre otros. Escribió el primer ensayo publicado en el país sobre fotografía argentina desde 1840 hasta 1981. Publicó dos libros de fotografías y textos: Buenos Aires y su gente (1960) y, en 1963, Buenos Aires, Mi Ciudad.

Fue miembro fundador de los grupos Artistas No Figurativos Argentinos (ANFA) y Forum (1956). A partir de 1957, realizó una extensa serie de retratos de artistas plásticos; un libro que reúne estos trabajos –Retratos y textos de artistas– se publicó tardíamente (2008). Otro de sus grandes temas fue la ciudad de Buenos Aires, y sus imágenes fueron compiladas en los volúmenes Buenos Aires y su gente (1960) y Buenos Aires, mi ciudad (1963). Makarius fue también coleccionista de imágenes antiguas, curó exposiciones y publicó ensayos sobre fotografía.

En agosto de 1961 formó parte de la primera exposición del grupo Otra Figuración en la galería Peuser, un evento fundacional para el arte argentino de esa década, junto a Ernesto Deira, Carolina Muchnik, Rómulo Macció, Luis Felipe Noé y Jorge de la Vega. El catálogo se iniciaba con una declaración conjunta de los participantes: “No constituimos un movimiento, ni un grupo ni una escuela. Simplemente somos un conjunto de pintores que en nuestra libertad expresiva sentimos la necesidad de incorporar la libertad de la figura”.

Makarius presentó Textos bíblicos, una serie de impresiones fotográficas a partir de negativos pintados y dibujados por él que representan escenas de la Biblia y en las que se ven figuras “destrozadas, anhelantes, calcinadas, muy de nuestro tiempo”, según las palabras de Hugo Parpagnoli en una crítica publicada en aquel año en La Prensa. Las imágenes están construidas según el típico lenguaje expresionista basado en una idea creativa del caos que sería la marca distintiva de ese nuevo tipo de figuración, pero Makarius se aleja del amplio espectro de colores con el que trabajan sus colegas y utiliza un estricto blanco y negro. Solo los títulos de las obras –Sansón, La cabeza de Jonás, Bethsabé– dan una referencia del tema tratado, ya que las figuras retratadas son mayormente abstractas y ciertamente difíciles de identificar.





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