El mundo de la literatura conmemora esta semana los 50 años de la muerte del escritor suizo Hermann Hesse, premio Nobel en 1946 y autor de obras cumbre de la literatura en alemán del siglo XX como 'El lobo estepario' y 'Siddhartha'.
Nacido en Calw (Alemania) en 1877 y con nacionalidad suiza desde 1924, Hesse murió en Montagnola (Suiza) el 9 de agosto de 1962 dejando un legado literario convertido en 'best seller' mundial, con 140 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo, de los cuales solo una sexta parte corresponde a las ediciones en alemán.
Junto a Thomas Mann y Stefan Zweig, es el autor de lengua alemana más leído hoy en día en el mundo y uno de los dos únicos autores suizos, junto a Carl Spitteler, galardonados con el Nobel.
Pese a este reconocimiento mundial y pese a que Hesse vivió las últimas cuatro décadas de su vida en Tesino (sur de Suiza) -donde escribió 'El lobo estepario', 'Siddhartha', 'Narciso y Goldmundo' y 'El juego de los abalorios'-, los helvéticos viven con cierta distancia este aniversario de un autor que ven como alemán.
Tractac del Lobo estepario
"Érase una vez un individuo, de nombre Harry, llamado el lobo estepario. Andaba en dos pies, llevaba vestidos y era un hombre, pero en el fondo era, en verdad, un lobo estepario.
Había aprendido mucho de lo que las personas con buen entendimiento pueden aprender, y era un hombre bastante inteligente. Pero lo que no había aprendido era una cosa: a estar satisfecho de sí mismo y de su vida. Esto no pudo conseguirlo. Acaso ello proviniera de que en el fondo de su corazón sabía (o creía saber) en todo momento que no era realmente un ser humano, sino un lobo de la estepa. Que discutan los inteligentes acerca de si era en realidad un lobo, si en alguna ocasión, acaso antes de su nacimiento ya, había sido convertido por arte de encantamiento de lobo en hombre, o si había nacido desde luego hombre, pero dotado del alma de un lobo estepario y poseído o dominado por ella, o por último, si esta creencia de ser un lobo no era más que un producto de su imaginación o de un estado patológico".
"No dejaría de ser posible, por ejemplo, que este hombre, en su niñez, hubiera sido acaso fiero e indómito y desordenado, que sus educadores hubiesen tratado de matar en él a la bestia y precisamente por eso hubieran hecho arraigar en su imaginación la idea de que, en efecto, era realmente una bestia, cubierta sólo de una tenue funda de educación y sentido humano. Mucho e interesante podría decirse de esto y hasta escribir libros sobre el particular; pero con ello no se prestaría servicio alguno al lobo estepario, pues para él era completamente indiferente que el lobo se hubiera introducido en su persona por arte de magia o a fuerza de golpes, o que se tratara sólo de una fantasía de su espíritu. Lo que los demás pudieran pensar de todo esto, y hasta lo que él mismo de ello pensara, no tenía valor para el propio interesado, no conseguiría de ningún modo ahuyentar al lobo de su persona".
"El lobo estepario tenía, por consiguiente, dos naturalezas, una humana y otra lobuna; ése era su sino. Y puede ser también que este sino no sea tan singular y raro. Se han visto ya muchos hombres que dentro de sí tenían no poco de perro, de zorro, de pez o de serpiente, sin que por eso hubiesen tenido mayores dificultades en la vida. En esta clase de personas vivían el hombre y el zorro, o el hombre y el pez, el uno junto al otro, y ninguno de los dos hacía daño a su compañero, es más, se ayudaban mutuamente, y en muchos hombres que han hecho buena carrera y son envidiados, fue más el zorro o el mono que el hombre quien hizo su fortuna. Esto lo sabe todo el mundo. En Harry, por el contrario, era otra cosa; en él no corrían el hombre y el lobo paralelamente, y mucho menos se prestaban mutua ayuda, sino que estaban en odio constante y mortal, y cada uno vivía exclusivamente para martirio del otro, y cuando dos son enemigos mortales y están dentro de una misma sangre y de una misma alma, entonces resulta una vida imposible. Pero en fin, cada uno tiene su suerte, y fácil no es ninguna"
Siddharta (fragmento)
" Siddharta.-¿Cuántos años crees que tiene el más anciano de los samanas, nuestro venerable profesor?
Govinda.-Quizá tenga unos sesenta.
Siddharta.-Tiene sesenta años y no ha llegado al nirvana. Tendrá setenta y ochenta años, como tú y yo los tendremos, y seguiremos con los ejercicios y ayunaremos y meditaremos. Pero nunca llegaremos al nirvana. Ni él, ni nosotros. Govinda, creo que seguramente ni uno de todos los samanas llegará al nirvana. Ni uno. Encontramos consuelo, alcanzamos la narcosis, aprendemos artes para engañarnos. Pero lo esencial, el camino de los caminos, éste no lo hallaremos. "
De la crisis personal al fenómeno global póstumo
Hesse admitió que la vida casera le resultaba opresiva y se embarcó en varios viajes al extranjero para alejarse de la familia, con la que regresó en 1912 a Suiza para instalarse en Berna. Allí el escritor trabajó para la embajada alemana, desde la que, años después, prestaría ayuda a prisioneros de la I Guerra Mundial.
Durante la primera gran guerra, coincidiendo con la muerte de su padre en 1916, Hesse volvió a sufrir una grave crisis emocional y comenzó a someterse a sesiones de psicoanálisis para hacer frente a a la inevitable ruptura de su familia en 1919.
Se separó de Bernoulli y volvió a casarse dos veces, la última de ellas con Nina Dolbin, con quien vivió en la Casa Rossa sus últimos años de vida, en los que su creatividad literaria declinó.
En esos años, se refugió en la pintura, inicialmente como terapia, para convertirse en una auténtica pasión, creando una importante obra pictórica de unas 3.000 acuarelas que recrean los colores y la belleza del Tesino, su "patria chica".
Su gran éxito literario fue póstumo, ya que sus obras pasaron a ser un fenómeno global a raíz de la guerra de Vietnam, cuando los movimientos pacifistas reivindicaron sus trabajos y sus libros se convirtieron en símbolos del 'Flower Power', con su mezcla de pacifismo, filosofía asiática y desorientación existencial.
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